DIRTY JOBS

O trabajos sucios, es lo que vengo notando en mi nuca desde que la crisis arrecia por mi sector. En profesiones como la mía la credibilidad lo es todo, es el principio y es el fin. Cuando yo me siento ante un cliente-socio para que me compre intangibles -por mucho que al final del proceso y de mi trabajo sean tangibles de alta calidad -, si esa persona no ha trabajado nunca conmigo lo único que tiene de mí, cuando está ante mí, es la percepción de lo que puedo ser. Mi valor real lo descubrirá después. Galimatías que se resume en : tiene que creer en mí para poder trabajar conmigo. Y ojo, no es suficiente con crear una "imagen" de credibilidad, es imprescindible que esté cimentada sobre la más absoluta verdad y honestidad. Ni el aspecto, ni las formas ni las palabras, valen por sí solas. Existe algo extrasensorial, y nunca mejor dicho, que resulta definitivo. Y es que los valores de uno, empapan hasta la piel, se desparraman en los acentos, y mueven las manos. Es inevitable. Por eso, y por esto, a aquellos que intentan descomponer mi credibilidad con argucias sibilinas para birlarme el trabajo en tiempos difíciles les digo: gasta energías en construir no en destruir, y todo te irá bien. Es la ley universal de la atracción, hay que desear lo que quieres no lo que no quieres. Y los semejantes atraen a los semejantes, incluídas personas y sentimientos. Desea el mal ajeno y el universo te devolverá más y más de lo mismo. Eso sí, me llena de satisfacción pensar que tengo la suficiente importancia profesional para que algunas personas pierdan parte de su tiempo en mí. Va por vosotros.